Noviembre de 1992. El mundo mira cómo Bill Clinton sucede a George Bush padre en la Casa Blanca, los Simpsons aún tienen un idioma fresco y MTV sigue siendo sobre la música (y excelentes series animadas como Ren & Stimpy, Aeon Flux y Beavis and Butthead). En Japón Sony introduce el MZ1, su primer reproductor Minidisc y revoluciona el mundo para los audiófilos, reporteros y músicos alrededor del globo.
Con una capacidad original de 74 minutos Minidisc se perfilaba como el estándar de facto para quienes buscaban la mayor calidad de audio a principios de los 90 gracias a sus entradas y salidas de audio analógicas y digitales, la posibilidad de grabar, separar, unir e incluso renombrar pistas años antes de que siquiera pudiéramos ver algo similar con los reproductores de CD que leían MP3 y demases. Lamentablemente Minidisc fue también la primera aparición del DRM por hardware al evitar enviar el audio de la salida óptica a otro MD para su grabación gracias a SCMS (Serial Copy Management System). La salida análoga no tenía problema alguno.
Como mencionábamos recién MiniDisc permitía grabar 74 minutos de audio utilizando el códec ATRAC (Adaptive TRansform Acoustic Coding) de Sony, el cual sonaba prácticamente igual que un CD. Modelos posteriores permitieron grabar en audio linear PCM y seleccionar distintos bitrates para grabar hasta 5 horas en calidad decente (o más si sólo querías usarlo para tomar notas de voz). Con la aparición de Net MD fue posible conectar los equipos vía USB al PC y traspasar canciones desde el equipo, ya sean archivos MP3 descargados desde Napster, CDs rippeados o compras desde la tienda online de Sony.
El ser prácticamente el único medio portátil con una entrada de audio óptica significó la transformación de MiniDisc en un gran éxito dentro de diversos círculos musicales, sobre todo DJs que tenían mezcladoras y otro tipo de equipos con reproductores MiniDisc para escuchar las sesiones grabadas. Lamentablemente esta expansión nunca se trasladó al consumidor promedio y equipos de audio o radios de auto con MiniDisc fueron escasas por no decir inexistentes (aunque debo decir que tuve el agrado de tener una en mis manos). Si a esto le sumamos que la música pregrabada en MiniDisc era prácticamente inexistente nunca hubo un interés comercial por parte de la industria de la música por popularizar el formato.
Los años pasaban y MiniDisc perdía terreno ante los reproductores de CD que populaban cada día en mayor cantidad los bolsos y mochilas de la juventud mundial. Con la aparición de los reproductores de MP3 a fines de los 90 y la imposibilidad de traspasar las grabaciones realizadas en un MD al PC (mas el nulo soporte en Mac OS para la gente «creativa») fueron los clavos que empezaron a sellar el ataúd que Sony le construyó al formato.
A principios de 2000 Sony introdujo HiMD, el cual ofrecía aún mayores prestaciones y -posteriormente- HiMD 1GB, discos que podían utilizarse como memoria regrabable para cualquier tipo de datos. Esto sin duda fue un gran plus para Sony considerando que el uso de memorias flash aún no era popular y debido a su diseño MiniDisc era como mezclar la calidad de un DVD con la carcasa a prueba de todo de un VHS. Lamentablemente dichas invenciones llegaron demasiado tarde al mercado y con la aparición del iPod y otros reproductores con disco duro MiniDisc perdió todo su atractivo.
En lo personal siempre recordaré los MiniDisc con cariño, ya que mientras mis compañeros tenían reproductores de CD abultados, frágiles e incapaces de resistir una caida yo tenía una pequeña caja negra a prueba de mis dedos de mantequilla en la que podía colocar 5 horas de música en buena calidad (por disco) y no tener de qué preocuparme mientras mis compañeros debían acarrear sus enormes estuches porta CD o limitarse a un disco por día con reproductores de 64 MB. Ahora si me disculpan, debo ir a comprar escuchando música en mi Smartphone con audífonos Bluetooth mientras recuerdo todos los buenos momentos que ATRAC3 me dió.